Esta semana ha sido movidita en clase, vinieron a instalar las pizarras digitales. Ayer la estrenamos y, a pesar de que no va del todo bien, fue emocionante. Hoy hemos organizado el espacio para colocar la vieja pizarra en otra pared moviendo estanterías y armarios. Tampoco queríamos prescindir de esa pizarra humilde y útil todavía, va a perder protagonismo, pero desde un segundo plano nos seguirá prestando un buen servicio como caballete para pintar, como panel para colocar trabajos y, por qué no, para su función específica cuando se requiera por la inmediatez de su uso.
Hemos charlado sobre el cambio que estábamos viviendo, muy conscientes l@s chic@s de que era importante. Les dije que mi generación ha vivido cambios increíbles en la tecnología, costumbres, vida cotidiana... pero que la escuela es de lo que menos ha cambiado, y tuve que contarles algunas vivencias de niña, afortunada por poder estudiar, de los pocos niños y niñas que estudiábamos ... no quería enrollarme demasiado - me vi abuela Cebolleta -, pero no me dejaron... y tuve que seguir contando batallitas de niña en la España pobre de los 50-60.
Y entre charlas, faena y bullicio pasó la mañana. Al final de la asamblea redactaron la noticia y publicaron. Es bonito ese momento cada viernes en que los responsables semanales del blog escriben sobre la vida de la escuela y dicen... ¡publicamos! clikc, PUBLICAR ENTRADA. Creo que es una sensación clara de trascender los muros de la clase, así lo percibo yo al menos. Cuando por la tarde abro el blog y veo como suben los que van actualizando siento una satisfacción muy especial... a pesar de las faltas de ortografía que a veces me encogen la tripa... y es que su objetivo al escribir es ser leídos, C O M U N I C A R S E.
Espero que sepamos darle un buen uso a nuestra pizarra que más que una pizarra es una ventana al mundo, creo que ya no tenemos excusa para aislarnos, que la escuela no puede seguir ignorando la vida que bulle más allá de sus paredes.
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